Según la mitología griega, Zeus castigó a Prometeo por dar el fuego a los humanos. Encadenó a Prometeo y puso a un águila a darse un festín con su hígado. Cada noche, el hígado volvía a crecer. Y cada día el águila regresaba para darse un festín, pero en la vida real suelen ser las personas las que influyen en el malestar de sus propios hígados.
¿El hígado puede volver a crecer?
El hígado, el órgano interno más grande del cuerpo humano, es fundamental para cientos de procesos corporales, incluida la descomposición de toxinas como el alcohol. Es el primer órgano en entrar en contacto con el alcohol que bebemos, por lo que es el más susceptible a sus efectos.
Sin embargo, no hay que olvidar que otros órganos, como el cerebro y el corazón, también pueden resultar dañados por el consumo excesivo de alcohol a largo plazo.
Como especialista en hígado, trato a diario a personas con enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol. Estas enfermedades abarcan desde la acumulación de grasa en el hígado (hígado graso) hasta la formación de cicatrices (cirrosis), y suelen manifestarse sin síntomas hasta que el daño está bien avanzado.
Grasa y cicatrices:
El alcohol, en un principio, engrasa el hígado, lo que provoca inflamación. El hígado intenta sanarse produciendo tejido cicatricial. Si esto no se controla, el hígado puede convertirse en una malla de cicatrices con pequeños islotes de hígado «bueno» entre ellas: la cirrosis.
Buenas noticias:
Afortunadamente, tenemos buenas noticias. En personas con hígado graso, tras solo dos o tres semanas de abstenerse del alcohol, el hígado puede sanar y recuperar su aspecto y funcionamiento normales. En personas con inflamación hepática o cicatrices leves, incluso a los siete días de dejar el alcohol, se observa una reducción notable de la grasa, inflamación y cicatrices hepáticas.
Dejar de beber también tiene efectos positivos sobre el sueño, la función cerebral y la presión arterial. Evitar el alcohol durante periodos prolongados reduce el riesgo de padecer varios tipos de cáncer, cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
En resumen, el hígado tiene un poder asombroso para repararse a sí mismo después de haber sido dañado, pero no puede volver a crecer como nuevo si ya estaba gravemente dañado. Si quieres cuidar tu hígado, evita el alcohol. Y si decides beber, hazlo con moderación y toma descansos regulares sin alcohol. Así podrás mantener tu salud sin depender únicamente del poder de autocuración del hígado.
Información basada en el artículo de Ashwin Dhanda de BBC.